El láser crea arte: frente a la silueta de un bosque creada con chapa cortada por láser ,formas brillantes se mueven a través de miles de LED al ritmo de sonidos meditativos. Los murales respiran al compás de la música de cuencos tibetanos, contrabajos y el reverberante sonido de un gong. La tecnología y el zen van de la mano. El artista húngaro Márton Nemes dedicó dos años a planificar y producir la exposición "Techno Zen". En el verano de 2024, la utilizó para diseñar el pabellón húngaro en la Bienal de Venecia, la mayor exposición de arte contemporáneo del mundo. Algo posible gracias a Intertechnika, una pequeña empresa familiar húngara, en la que cortaron y plegaron las formas abstractas con ayuda de la tecnología TRUMPF.
De centro de la industria pesada a lugar de encuentro de la escena artística
En el barrio de Csepel al sur de Budapest, se crean grandes piezas para estos murales y esculturas. La Isla del Danubio fue un centro de industria pesada, en el que las empresas construían motocicletas, automóviles y vehículos comerciales desde 1892 hasta 1993. En la actualidad es uno de los edificios industriales protegidos de la sede de Intertechnika. "Somos una pequeña empresa que fabricamos por encargo", comenta Peter Alasztics. "Cada año producimos unos 28 000 dibujos y en base a ellos fabricamos de todo, desde piezas para transformadores hasta carcasas para Siemens".
Pero eso no es todo. Desde hace dos décadas sus 64 trabajadores se han convertido en especialistas para fabricaciones especiales gracias a los láseres y máquinas de plegado. Sus máquinas TRUMPF cortan, pliegan y conforman chapas para artistas de todo Hungría y en esta tarea, el equipo de diseño prueba al mismo tiempo los límites de lo factible. "Nos encanta aceptar este tipo de encargos complicados", señala Peter Alasztics.
Peter y su hermano Márton son la segunda generación de la empresa familiar. Sus padres Jullianna Alaszticsn. Kov.cs y B.la Alasztics fundaron la empresa Intertechnika en 1991. Su primer año como empresa quedó marcado por el caos derivado del desmembramiento de la Unión Soviética. Comienzan con la construcción y el mantenimiento de máquinas-herramienta CNC, pero este tipo de tecnología pierde fuelle solo unos pocos años después de la fundación de la empresa. En 1999 la empresa se muda al monumento industrial en la Isla del Danubio. En el año 2000 compran su primer láser, una máquina usada de corte por láser de 1,5 kWh y se pasan al mecanizado de chapa.
Intertechnika se convierte en pionero tecnológico en Hungría
"En aquellos momentos, la tecnología láser y el mecanizado de chapa eran tecnologías bastante nuevas en Hungría. Para nosotros fue una gran oportunidad comenzar con una nueva tecnología desde el principio", relata el padre, Béla Alasztics. Dieron sus primeros pasos de la mano de un amigo fabricante de máquinas-herramienta que ya trabajaba con un láser. A comienzos de la década de los 2000 conocen a TRUMPF. En 2002 compran su primera máquina, una TruMatic L 4030. A partir de ese momento, no hay quien los pare. La empresa introduce nuevas tecnologías, como la máquina de corte por láser automatizada.
"Solíamos ser los primeros en Hungría en probar los procesos innovadores de TRUMPF y siempre contábamos con un gran apoyo de la empresa durante la introducción", afirma Béla Alasztics. Las históricas naves plantean retos a TRUMPF desde el principio. Aun cuando Intertechnika puede ampliar su espacio en las grandes instalaciones de la Isla del Danubio, no puede realizar cambios estructurales. "En aquella época, por ejemplo, sólo disponíamos de 20 centímetros de espacio bajo el tejado para una máquina de corte por láser", explica Peter Alasztics, "pero TRUMPF nos ayudó a aprovechar al máximo el layout". La empresa de Ditzingen sigue ayudando a Intertechnika en su desarrollo hasta el día de hoy. "El primer láser de TRUMPF nos abrió posibilidades completamente nuevas", añade.
En 2005 Peter Alasztics incorpora el arte en la empresa. No siempre sin reparos por parte de los padres, como confiesa su padre. Durante sus estudios en la Escuela de Arte Visart de Budapest, Peter Alasztics coincide con István Ézsiás, un artista de más de 80 años interesado en los residuos de chapa de la producción. Ambos comienzan a colaborar y Alasztics reflexiona sobre cómo las máquinas de la empresa familiar pueden cortar y plegar objetos de arte.
"El cometido de encontrar un lenguaje común entre artistas e ingenieros fue un reto especial", relata Béla Alasztics. "El pensamiento de los artistas es libre, no se interesan por las propiedades físicas de los materiales o por sus límites", comenta el hijo Peter Alasztics. "A los ingenieros les pasa todo lo contrario". Mientras su hermano Márton estudia Empresariales, él se convierte en diseñador gráfico. Su tesis de fin de carrera en el Instituto de Arte de la Universidad de las Artes de Berlín aborda el tema de la colaboración entre ingenieros y artistas. Pieza a pieza, él y el equipo de diseño de Intertechnika van conociendo los deseos y las necesidades de los artistas y los llevan a la práctica.
Aprender de los artistas
Márton Nemes colabora con Intertechnika desde 2017. Por aquella época buscaba a alguien que pudiera cortar una chapa revestida con los colores del arco iris. El material es caro y tan especial que solo Intertechnika se atrevió a aceptar el reto. "Teníamos un material que nunca antes habíamos visto, y nunca hemos vuelto a ver", comenta Peter Alasztics. El corte funciona.
Nemes sigue estando satisfecho con el resultado y presenta estas obras en muchas de sus exposiciones individuales. "Hasta entonces no tenía ni idea de que existiera esa técnica. Desde ese momento mi aproximación a las esculturas cambió por completo", confiesa. Casi todas sus esculturas surgen de una estrecha colaboración con Intertechnika. "Antes de conocer Intertechnika trabajaba con materiales completamente distintos. "El trabajo con la chapa y el láser me ha abierto las puertas a nuevos espacios creativos", afirma Márton Nemes.
Intertechnika se ha convertido en una institución en la escena artística húngara. En cooperación con la Universidad de Bellas Artes de la capital, cada año varios estudiantes finalizan aquí sus trabajos de fin de carrera. Peter Alasztics anima a los nueve miembros del equipo de diseño a ir más allá de los límites. Con sus máquinas fabrican piezas individuales que les sirven para aprender técnicas para su producción en serie. Así, por ejemplo, han producido las carcasas de las lámparas del famoso puente de cadenas Széchenyi sobre el Danubio o fabricado carcasas a prueba de roturas, arañazos e impactos para las tabletas que utilizan los reclusos de las cárceles. Todo ello aprovechando la experiencia obtenida de las obras de arte.
En un próximo paso, los hermanos quieren incrementar el grado de automatización de su producción. Para ello echarán mano del programa Oseon de TRUMPF. De este modo siguen la tradición de sus padres de invertir continuamente en nuevas tecnologías y programas. Con Oseon buscan que la producción de sus productos estándar sea más eficiente y rentable. De este modo quedará más espacio para los productos artísticos, para las piezas exclusivas. "La innovación necesita una mentalidad siempre dispuesta a crear algo nuevo", afirma Peter Alasztics. "Siempre que alguien piensa que algo será difícil de producir, entonces miramos las obras de arte y caemos en la cuenta de que claro que se puede hacer".